Nuestra Señora de Notredame

Ficha Técnica Nuestra Señora de Notredame • Director: • Reparto: o Esmeralda o Quasimodo o Claude Frollo o Capitán Febo o Madre de Esmeralda o Soldados o Gitanos • Guionista: • Apoyo: • Iluminación • narración: Nuestra Señora de París Introducción: - Un bebé aparece en la puerta de la Iglesia de Nuestra Señora. Era un pequeño tuerto, jorobado, prácticamente un monstruo. A continuación, un sacerdote sale a recibirlo y decide adoptarlo. Al momento de bautizarlo, le llama Quasimodo, debido a que el día del bautizo era día del beato del mismo nombre. Escena Primera (Escenario primero: Calles alrededor de la Iglesia de Notre Dame) Es 6 de enero de 1482. Toda la gente reunida alrededor de Esmeralda, quien está bailando al son de su pandereta. Quasimodo la mira desde un poco lejos, boquiabierto. Vieja: ¡Váyanse, No quiero ver gitanos por acá. Váyanse. Esos gitanos me robaron a mi hija! Gente: ¡Cállate, vieja loca! Vieja: ¡Muera esa gitana! ¡Que muera! (Esmeralda, aprovechando el escándalo y huye por las calles, siendo seguida secretamente por el Archidiácono y el jorobado) Frollo: (discretamente al jorobado) Ve a por ella, es lo mejor para todos. Esmeralda: (al verse levantada en el aire sostenida por una figura extraña) ¡Auxilio! ¡Ayúdenme! ¡Suéltame! ¡Auxilio! ¡Sálvenme! Quasimodo: Lo siento (Apareció por entre las calles la figura de un caballero y un soldado) Febo: ¡Suéltala, patán! (y le quita de entre los brazos a la gitana y empujándolo) Arresta a ese malhechor. Soldado: ¡Quédate quieto! No mereces ser tratado bien Esmeralda: (con ojos de amor) Gracias. Gracias por haberme salvado. Febo: No hacía más que mi deber. Pero que bellez… (La gitana, coqueta, huye en la soledad de las calles). Febo: Qué más podría pasar. Se fue. Que hermosa puede ser esa mujer… Soldado: ¿Qué hacemos con él, señor? (muestran a Quasimodo atado) Febo: Pues qué, sino juzgarlo. Ve de una vez. Esmeralda: (Luego de escapar de su salvador y cuando se encontraba sola) ¿Es que acaso así se siente el amor? Ese sentimiento puro que une a un hombre con una mujer. ¡Es este momento me siento tan feliz! (En la plaza) Quasimodo: (atado y encadenado) ¡Ahhh! Gente: ¡Cállate! ¡No mereces piedad! Quasimodo: (con todas sus fuerzas) ¡AGUA! Gente: ¡Cállate! Jajaja. ¡Cállate monstruo! Quasimodo: ¡AGUA! (De entre la gente llega una joven muchacha que le da lo que pide) Gente: … oh... (se va disipa) Escena Segunda (Escenario: Calles de París) (Desde la puerta de un bar, hacia la calle, el capitán Febo y un amigo salen a conversar) Febo: No tienes idea de cómo estoy arrepintiéndome de que estar al borde de casarme.. Amigo: ¡Eres un tonto! No vas a poder seguir divirtiéndote como lo haces. Febo: Sí pues, pero es algo con lo que, supongo, debo lidiar.. Oye, ¿tienes hora? Amigo: Son casi las 7. ¿No tenías algo que hacer? Febo: Sabes, pues, amigo mío, que debo ir a encontrarme con aquella hermosa gitana de negros cabellos. Oye, ¿no tienes dinero que me prestes? Amigo: La verdad es que no tengo nada… que no quiera seguir bebiéndome. Yo sé que tú puedes arreglártelas. ¿Para que necesitas el dinero? Febo: La verdad no estoy seguro. No estoy del todo consciente. Nunca está de más tener algo de dinero, pues ya sabes… la noche recién comienza… Amigo: Eres un descarado, pero problema mío no es. Buena suerte con tu cita, mi amigo. Yo regreso al bar de donde salí. Ya contarás como te fue. Febo: ¡Ve, pues! Ojalá caigas en un hoyo, te quiebres una pierna y te hagan atar la soga con la que te cuelguen. Nos vemos, pues, buen amigo. (Se separan) (Febo camina un poco y distingue una sombra que lo está persiguiendo. Trata de perderlo, más no lo consigue. Se detiene, lo observa). Febo: ¿Por qué me sigues, estatua? (Siguió avanzando y la espectral sombra continúa siguiéndolo). Febo: (Desenfunda su espada y la apunta contra la figura) ¡Oye tú! ¡Sombra! ¿Quieres pelear? Rápido, desenvaina tu acero contra el mío. Frollo: No es esa mi intención, noble capitán Febo Febo: (Un poco confundido y perplejo por aquella extraña figura) ¿Qui-quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre? Frollo: No solo sé tu nombre, capitán, ¡sino que sé a dónde vas y a qué! Solo permíteme saber algo… ¿es, en verdad, ella? ¡Asegúramelo! Febo: Esmeralda. Si te refieres a ella, pues la respuesta es que sí. Estoy yendo a encontrarme con ella en estos momentos. Frollo: ¡No te creo una palabra! Demuéstramelo. Febo: No estoy seguro de lo que me pide, señor estatua gótica. Debo irme, la joven doncella me espera cerca de aquí. (Febo avanza rápidamente al encuentro de su amante, que lo espera ansiosa y enamorada. Frollo lo sigue, cubierto por una capucha para no ser descubierto). Esmeralda: ¡Febo! Febo: ¡Esmeralda! (Se acerca presuroso y la abraza) ¿Cómo es posible que esto deba ser así? Esmeralda: No comprendo.. Febo: No tiene importancia… No sabes cuando he soñado con este momento. Estar delante de ti, tan juntos, tan solos. Debo, pues, estar en el cielo. No es este sino un paraíso donde tu estas gobernando con mano de hierro. Esmeralda: Estas mintiendo… Tú no me amas Febo: Yo estoy aquí, he venido a buscarte. Decirte que me interesas es mentirte. He esperado este momento con tanta pasión que mi corazón vuela sobre su eje. Esmeralda: Por favor, capitán Febo, le pido no me desprecie. No deje de quererme Febo: (Abrazándola por la cintura con delicadeza) Yo no podría despreciarte. He venido a buscarte y es justamente porque quería estar a tu lado. Esmeralda: (Un poco ruborizada y nerviosa) Oh, señor Febo, no siento que sea merecedora de estos halagos… Febo abre un poco el escote de la blusa de Esmeralda, dejando visible una pequeña bolsita adornada con lentejuelas. El archidiácono que está escondido en la sombras hierve de rabia por ver a su amada en brazos de otro, y de entre sus ropas sacó un puñal. Febo: Mi Esmeralda, ¿Qué es esto? Esmeralda: (un poco nerviosa) Ehm... es... un amuleto… para conocer a mi madre; es decir, si sigo siendo digna de hallarla, con ayuda de éste amuleto podré encontrarla en algún momento. Febo: (Aprovechando la situación tensa) Veo que tú no me quieres. Sólo finges amarme. Esmeralda: (más nerviosa que antes) ¿Por qué dice eso? Si yo lo amo Febo: No lo parece. No lo demuestra. Solo me habla de su madre, del amor que tiene por ella a pesar de que nunca la conoció… Solo me hablas de usted… Esmeralda: ¡Al diablo con mi madre! Yo te amo, mi precioso Febo. Como si siempre hubieras sido parte de mí. Febo: (Tenía abrazada a la gitana con delicadeza mientras ella se colgaba de su cuello) Habré de creerte, ángel de mi vida, solo con una condición… (Se disponían a besarse en señal de amor, cuando Esmeralda abre los ojos, y antes de poder decir o hacer nada, el hombre de la capucha negra levanta el puñal y lo clava entero en la espalda del capitán). Esmeralda: ¡NOOOOOOO! Frollo: Tranquila (y se acerca lentamente. La abraza con ternura. La besa. Luego, finalmente, huye) (Esmeralda, queda tendida frente al cuerpo de su amado y llora desesperadamente). Escena tercera (Escenario: Calabozo (fondo negro)) Esmeralda es apresada bajo los cargos de ser bruja y haber apuñalado al capitán Febo. Ella, bajo la presión ejercida por las torturas de la inquisición, se ve forzada a aceptar que es una bruja. Esmeralda: Ay de mí, lo que debo pagar por amar aquel señor. (Entra una figura extraña, sombría. Por la oscuridad es difícil de reconocer) Esmeralda: (Tras reconocer a la figura) ¡Tú! ¡Tú lo mataste! Te odio. Por tu culpa estoy aquí encerrada. Frollo: (con voz de ternura y dolor) ¿Estas lista para la horca de mañana? Esmeralda: ¿Por qué han de esperar tanto y no lo hacen hoy mismo? Total, ¿Qué más da si igual terminare muerta? Frollo: ¿Tan desdichada eres? Yo podría ayudarte a salir de aquí, solo tienes que hacerme caso… Esmeralda: ¿Hacerte caso? ¿A ti, que mataste al hombre que amaba? Usted no tiene corazón y no tiene idea de cuánto lo odio. Frollo: (con voz quebradiza) ¿Odiarte? ¿Cómo podría? No tienes idea de cuánto sufre un hombre al ver a su amada, al tenerla tan cerca y tener que contenerse a todo por ser sacerdote. Poder tenerla al frente y que ella lo odie. Yo te amo, mi bella Esmeralda, no tienes idea de cuánto. Pero el hecho de estar atrapado en estos votos me hace un pobre desdichado que debe olvidar ese amor, pero es imposible. Cada vez que te veo danzar mi corazón se sale de su sitio y olvida a quién fue destinado. Te veo siempre, y eres tan hermosa que podría rezarte a ti a la mismísima Virgen. Te amo, mi bella Esmeralda Esmeralda: (que no se ha conmovido y lo sigue odiando) Tú lo mataste y por eso te odio, ¡monstruo! Tú no sabes lo que es tener corazón. No tienes idea de lo que es amor. ¿Tú y yo juntos? Ja. Ni aunque nos encerraran mil años juntos en una celda destinados a convivir el uno con el otro, nada nos va a juntar. Tú mataste a mi Febo… Frollo: (entre sollozos) No, Esmeralda, no menciones mas ese nombre… Esmeralda: Dime, ¿acaso no lo mataste? Si no, ¿Dónde se encuentra él ahora? Frollo: (más calmado) Está, en estos momentos está enterrado en el cementerio Esmeralda: (exaltada por las palabras del archidiácono) ¡Te odio! ¡Muérete! ¡Vete de aquí! (Frollo se va). Escena Cuarta (Escenario: Calles de París) (Esmeralda es llevada por los verdugos hasta la horca. La gente está conmovida). Esmeralda: (sin fuerzas y muy agotada) por favor… yo no hice nada… suélteme por favor… Gente: Suéltenla. Tengan compasión. Suéltenla (Los verdugos continúan su trabajo, ignorando el clamor de la gente). Esmeralda: (levanta un poco la mirada y ve a su amado capitán Febo) No puede ser… está vivo. Me han mentido. El Juez… el sacerdote… el verdugo… todos ellos me han mentido. (Tratando de levantar la voz) ¡Febo! ¡Amor mío! ¡Aquí estoy, yo, tu Esmeralda!¡Señor (dirigiéndose al verdugo que la llevaba) Véalo, allí está. Está vivo. Soy inocente. Por favor, tiene que dejarme ir. (Febo a penas la mira, cruza y se va) (Entre todo el alboroto aparece la figura de Quasimodo que se abalanza sobre los verdugos y los derriba). Quasimodo: (cogiendo a Esmeralda de la mano y llevándola a la Iglesia) ¡Asilo! ¡Iglesia dar Asilo! (De camino a la Iglesia de Nuestra Señora) Esmeralda: ¿Po-por qué me salvas? Quasimodo: Tú eres hermosa. Yo un simple sordomudo. Sí, soy sordo, pero no puedo hacer nada al respecto. Tú eres hermosa; eres como un rayo de sol en mi oscuro campanario. Yo, en cambio, soy feo, quizás un monstruo. Quizá me tengas miedo. Nunca me he sentido tan feo, que en este momento frente a ti. Una vez que lleguemos, cada vez que necesites algo, pídemelo. Hazme señas y yo te voy a entender. Escena Quinta (Escenario: Calles) El tiempo va pasando y Esmeralda va acostumbrándose a vivir con el jorobado. Ella sufría por dentro, pues seguía amando al capitán y se pasaba días enteros en la ventana, esperando un instante para verlo. Quasimodo se entrevista con el capitán. Quasimodo: Ven conmigo Febo: ¿Qué quieres? Quasimodo: Ven conmigo. Iglesia. Campanario. La gitana. Te quiere y te extraña Febo: Lárgate de aquí, ¿no te das cuenta de que eres un monstruo? Lárgate de aquí y dile a esa gitana que no me interesa en lo absoluto, que me voy a casar. (Febo se aleja). Quasimodo: (que si bien no pudo escuchar lo que el capitán dijo, comprendió) No comprendo. Para ser amado hay que ser hermoso por fuera. Pero cuando se es, lo desprecian. Yo daría lo que fuera por que alguien me amara por quién soy… (Oscuridad). Frollo: ¡No puede ser! ¡En qué momento pasó esto! Ya no lo soporto. ¿Cómo es posible que el campanero esté con ella y a mí me haya despreciado así? Y él, ay de él. Él la mira con ojos de enamorado y la cuida, no la deja sola ni un momento. Por culpa de esto yo no puedo ir a hablar con ella. Pero esto habrá de terminar. ¡Si no es mía, no va a ser de nadie! Tengo un plan. Un oscuro plan, pero si funciona lograré tenerla para mí. Engañaré a los gitanos: les diré que colgarán a Esmeralda mañana temprano. Ellos correrán a salvarla y se la llevarán. Luego podré recuperarla cuando esté libre. (Frollo se acerca a unos gitanos que se encontraban cerca de allí). Frollo: (que se ha cubierto la cara) He escuchado, que su hermana Esmeralda está siendo protegida en la Iglesia de Nuestra Señora. Clopin: Es verdad, el archidiácono le dio asilo en su Iglesia y ella está protegida allí. Nadie la puede tocar. Frollo: Me he enterado de que le ha quitado el asilo y la van a colgar mañana temprano. Clopin: (exaltado) ¡Pero eso no es posible! El archidiácono es un hombre de Dios, ¿por qué dejaría que nuestra inocente hermana caiga en manos de esa injusta política? Frollo: Ha de tener sus propias razones. Deben rescatarla. Yo he de irme. Hasta pronto… (Frollo se aleja). Clopin: (a su compañera) Rápido, tenemos que ir a sacar a Esmeralda de allí. Gitana: Vamos de una vez a esa Iglesia. (Se levantan, cogen un palo que tenían a la mano y van a la Iglesia) Clopin: ¡Archidiácono! ¿Por qué estas dejando que esto suceda? ¿No es esta la casa de Dios? ¿No es este un lugar sagrado, y por ello, también todo dentro de ella? ¡Si entregas a nuestra hermana que está dentro, entonces niegas que ella sea sagrada e intocable dentro de tu Iglesia. Y si ella no es sagrada, entonces no lo es tu Iglesia tampoco! (Quasimodo los ve, pero no los entiende. Teme por la vida de su amada y lanza un objeto que derriba a la gitana que acompañaba a Clopin). Clopin: Si esta es tu respuesta, archidiácono, entonces me veré obligado a llevarme a mi hermana por la fuerza. (Clopin se dispone a atacar la Iglesia) Febo: En nombre del Rey, detente en este instante. La Catedral es algo sagrado, y esa “hermana” tuya admitió ser una bruja y ha de ser juzgada por eso. Clopin: Capitán, usted bien sabe que Esmeralda no es bruja Febo: No es lo que ella declaró ante la Inquisición Clopin: Te crees tan valiente de desafiarme y llamarme mentiroso Febo: (desenvainando su espada) ¿Está usted retándome? (Clopin y Febo se enfrentan. La pelea no dura mucho. El capitán vence fácilmente al gitano y entra a la Iglesia a buscar a la gitana, pero no la encuentra. Quasimodo tampoco la encuentra). Frollo: (llevándose a Esmeralda del brazo) Ven, Rápido. Esmeralda: ¡Suéltame animal! Tú mereces la muerte Frollo: Mira, te van a atrapar. Yo puedo hacer que escapes, pero has de ser mía Esmeralda: En serio estas demente Frollo: Si quieres vivir, has de hacerme caso. De lo contrario, yo mismo te entrego ante los soldados. Esmeralda: Déjame, pues, morir aquí. No me importa. Frollo: Que mala decisión. (La lleva al Agujero de las Ratas, donde se encontraba la vieja que odiaba a los gitanos). Frollo: (golpeando para que salga) Tú. Aquí tienes a la gitana, retenla mientras yo llamo a los guardias. Vieja: (dándole parte de sus cadenas) ¡Ah! Ahora vas a morir gitana del infierno. Vas a pagar el daño que me hiciste. Esmeralda: Pero yo no le he hecho nada. Vieja: Ustedes los hijos de Egipto. Ustedes se robaron a mi hija hace 15 años. Frollo se aleja Vieja: Por su culpa vivo sufriendo y añorando el poder volver a ver a mi amada hija. Esmeralda: Por favor. Le suplico me suelte. Yo no le he hecho nada. Quisiera poder ayudarla, pero vienen a por mí. Vieja: Ah… te van a colgar. Vas a morir hija de Egipto. ¡Mira! ¡Esto es todo lo que tengo de la hija que ustedes se comieron! (muestra un zapatito tejido) Esmeralda: (pálida y perpleja) Usted… (Saca el bolsito con lentejuelas, lo abre y extrae un zapatito igual)... Vieja: ¿De dónde sacaste eso? Esmeralda: Las gitanas me lo dieron. Dijeron que cuando encuentre el otro par, habría encontrado a mi madre. Es lo único que tengo de ella. Comprenden que son madre e hija. Vieja: ¡Hija mía! ¡He esperado por este momento desde hace 15 años! ¿Cómo es posible que esto tenga que ser así?, tenerte otra vez y no poder abrazarte. (La vieja coge una piedra de la celda y empieza a romper los barrotes y retorcerlos con sus propias manos. Lo consigue. Se abrazan). Vieja: Hija mía, perdóname. Esmeralda: (llorando) Madre… Madre… Vienen por mí… me van a matar Vieja: Ven. Rápido. Entra. Escóndete para que no puedan verte. (Esmeralda entra y llega Febo buscándola). Febo: Oye tú. Me dijeron que tenías a la bruja por acá. ¿Dónde está? Vieja: Se fue. Me golpeó, me mordió y logró liberarse. No pude hacer nada para detenerla. Febo: Mientes. ¿Por qué esos barrotes están rotos? Vieja: Ya estaba cansada de estar aquí. Estaba pensando en escapar y justo llegó usted. Febo: Más le vale. Supongo que habré de buscar en otro sitio. La encontraré o dejarán de llamarme Capitán Febo. (Esmeralda, que ya había reconocido su voz, no pudo más y salió). Esmeralda: ¡Febo! ¡Amor mío! Aquí estoy. Tu Esmeralda. Amor, no me dejes. (La vieja trata de esconderla nuevamente, más no lo consigue y Febo arresta a ambas mujeres). Escena Sexta (Escenario: Calles, Campanario, Fondo negro). Esmeralda: Febo… ¿por qué?... Suélteme El verdugo le coloca la soga al cuello. Al ver esto, la vieja se abalanza contra el verdugo Vieja: ¡No! Suéltela. Verdugo: Suélteme (y la arroja lejos, causándole la muerte) Esmeralda: (que ha visto todo y está exaltada) ¡No! ¡Madre! ¡Suélteme, soy inocente! (El escenario cambia al campanario, donde Frollo observa todo con una mueca de satisfacción en su rostro.) A pesar de las súplicas de Esmeralda y la conmovida población, finalmente la ahorcan. Frollo: (que acaba de ver morir a la joven) Jajaja. Eso te buscaste por negarte a mí. Jajaja. El destino es algo que uno mismo busca y construye. Quasimodo: (que lo ve reir y se llena de ira. Se acerca con sigilo. Lo levanta) ¡Tú! ¡Por tu culpa! (Quasimodo deja caer a Frollo por el balcón del campanario) Quasimodo: Todo lo que he amado ahora está muerto. La culpa es de este sacerdote. (El escenario cambia a un fondo negro. Quasimodo se acerca al cadáver de la joven que yace sentado en el suelo. Se acerca y la abraza.) Dicen que nadie volvió a saber de Quasimodo desde aquel momento. Hay quienes dicen que años más tarde, encontraron sus cuerpos: Ella sentada, con un bolsito verde entre las manos; y él abrazado a ella.

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