El enfermo imaginario (completo)

 

EL ENFERMO IMAGINARIO

Autor: Moliere

Adaptación Luis Bevilacqua

 

ACTO I

ESCENA 1

(Se abre el telón, Argán sentado en la cama, ajusta las anotaciones de las cuentas del boticario.  Conversando consigo mismo, habla de este modo)

ARGAN: Tres y dos cinco, y cinco, diez, y diez más, veinte... Tres y dos cinco.  "Primero, el día 24, un lavado estimulante y emoliente, para ablandar, humedecer y refrescar las entrañas del señor". Lo que más me agrada de la señorita Florida, mi boticaria, es su cortesía. "Las entrañas del señor, seis duros." Pero eso no basta: además de correcta, es preciso ser razonable y no andar desplumando a los pacientes. ¡seis duros por un lavado! ... Ya sabe cuánto me agrada complacerla; pero como en ocasiones anteriores me lo ha cobrado a cuatro duros, y en palabras de boticario cuando se dice veinte hay que entender diez pongamos dos duros… "Segundo, en el mismo día, según prescripción, un buen lavado curativo, compuesto de caléndula, ruibarbo, miel de abejas y otros, para barrer, lavar y dejar limpio el bajo vientre del señor, seis duros." Con su permiso, abonaremos solo dos. ¡Tengo hambreeee! Y sólo pan y agua, según receta del doctor Purgón, ¡Tengo hambre! Y pan y agua ¡Ah, mi señora, esto es una burla! Hay que tener consideración con los enfermos señor Purgón. Tres y dos cinco, y cinco, diez, y diez, veinte... Doscientos veintitrés duros, con cuarenta centavos. Resulta, pues, que en el mes corriente he tomado... una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y nueve medicinas; más uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y doce lavados; mientras que en el mes anterior fueron doce medicinas y veinte lavados. ¡Ahora me explico porque no me encuentro este mes tan bien como el pasado! Se lo diré al doctor Purgón para que me regularice el tratamiento... ¡A ver! ¿Que se lleven todo esto de aquí... ¿No hay nadie?... Antonia, ¡Por más que digo, siempre me dejan solo!... Antonia ¡No hay manera de conseguir que estén en su puesto! Antonia ¡Están sordos!...  ¡Antonia!  ¿Cómo es posible que abandonen de este modo a un pobre enfermo?, Antonia… 

(Ingresa Antonia sobándose la cabeza de un golpe)

ANTONIA: Mande su merced

ARGAN: ¡ah… allí estás picara!

ANTONIA: hijoepuerca impaciente, me apuré tanto que me di un golpazo en la cabeza. ARGAN: traidora.

ANTONIA: ¡ay!...  

ARGAN: hace…

ANTONIA: ¡ay!...  

ARGAN: hace una hora…

ANTONIA: ¡ay!... ¡ay!...

ARGAN: que me has abandonado.

ANTONIA: ¡ay!...

ARGAN: cállate mentirosa y déjame que te reprenda…

ANTONIA: por la Madonna que después de este golpe no soy la misma.

ARGAN: y a mi por poco se me sale la garganta llamándote piojosa.

ANTONIA: y su merced me hizo romper la cabeza, así que quedamos iguales…

ARGAN: ¿cómo?

ANTONIA: es que su merced me estresa con tanta gritadera…

ARGAN: ¡abandonarme así!

ANTONIA: ¡ay!... ¡ay!... ¡ay!...

ARGAN: ¿qué pretendes sabandija?

ANTONIA: ¡ay!... ¡ay!... ¡ay!...

ARGAN: déjame que te reprenda.

ANTONIA: repréndame, repréndame hasta que le plazca…

ARGAN: si no me dejas y me interrumpes a cada rato.

ANTONIA: si su merced le gusta pelear a mí me gusta llorar, cada quien con lo suyo.  ARGAN: bueno ya. Cállese, y quítame esto… ¿si está cargada?

ANTONIA: ¿su fajita?

ARGAN: si… ¿si la he sudado?

ANTONIA: por la virgen que yo no me meto en sus cosas.

ARGAN: que me tengan preparado el caldo para tomarlo con el remedio que me toca ahora.

ANTONIA: la señora Florida y el doctor Purgón le tienen su cuerpecito como una vaca regordeta y lechera y quisiera preguntarles de que es que sufre su merced para necesitar tantos menjunjes.

ARGAN:  cállate ignorante.  ¿Quién eres tú para criticar la medicina?  Ve a llamar a mi hija Angélica.

ANTONIA: pues aquí viene, le está adivinando los pensamientos. 

(Ingresa Belisa y Purgón)

BELISA Amorcitooo

ARGÁN Oh amada Belisa

PURGÓN Buen día mi paciente favorito

ARGÁN Qué dijo doctor

PURGÓN Que pasaba por aquí y pasé a verlo un ratito

ARGÁN Oh doctor hasta cuando no podré comer

PURGÓN Ya falta poco mi querido amigo, falta muy poco

ARGÁN Para comer

PURGÓN O para morir

ARGÁN Qué dijo

PURGÓN Para reír de tanto que va a comer

ARGÁN Ah bueno doctor, seguiré sus indicaciones

PURGÓN A ver amigo abra la boca, saque la lengua

ARGÁN Aggg

BELISA ¿estás bien amor?

ARGAN Doctor ¿Cómo me ve?

PURGÓN Esto es preocupante

BELISA ¿Qué pasa doctor?

PURGÓN a partir de ahora reduciremos las comidas a medio pan y medio vaso de agua. Esto no debe fallar.

BELISA Es seguro doctor

PURGÓN No puede fallar

ARGAN Doctor pero ¿estaré mejor?

PURGÓN Mejor que nadie

BELISA Vamos amorcito tendrás que hacer el esfuerzo

ARGAN Está bien, ahora acompaña al doctor y le pagas lo justo.

PURGÓN Buen día, con su permiso

BELISA Vamos doctorrr

PURGÓN después de usted

BELISA Buenoo

ARGÁN Adiós (se queda quejándose) ¡Tengo hambreeee! Y sólo pan y agua. ¡Ay!

(salen Purgón y Belisa)

(Pasa por detrás Belisa acomodándose el vestido y el cabello)

 

ACTO II

ESCENA 2 

ANGELICA: (entra) Me mandaste llamar padre.

ARGAN: acércate, llegas a tiempo que quiero hablarte.

ANGELICA: dime padre…

ARGAN: ¡Tengo hambreeee! Y sólo pan y agua. ¡Ay!

ANTONIA: Pero es su medicina, no me dijo que no opine, así que nada de comer.

ARGAN: ¡Tengo hambreeee! Y sólo pan y agua. ¡Ay!

ANTONIA: Pan y agua.

(Argan sigue quejándose de hambre)

ANGELICA: (mirándola amigablemente y en tono confidencial) ¡Antonia!...

ANTONIA: ¿Qué?

ANGELICA: Mírame.

ANTONIA: no ves que te estoy mirando…

ANGELICA: ¡Antonia!

ANTONIA: ¿qué pasó?

ANGELICA: No adivinas de que quiero hablarte…

ANTONIA:  Déjame adivinar, de tu joven tortolito; porque ya no hablas de otra cosa y te pones feliz hablando de él.

ANGELICA:  Pues si lo sabias, ¿Por qué no empezaste la conversación y así me ahorras la vergüenza de hablarte de él?

ANTONIA: Como no te callas, no me das la oportunidad de hacerlo… 

ANGELICA:  Es verdad, te  confieso  que  no  me  cansaré  de  hablarte  de  él,  y  aprovecho  todas  las ocasiones para abrirte mi corazón. Dime, ¿repruebas tú mi enamoramiento?

ANTONIA: yo no he dicho nada.

ANGELICA: ¿Hago mal abandonando, deliciosas emociones?

ANTONIA: Ni lo he pensado.

ANGELICA: ¿tú crees que yo debería mostrarme insensible a las ternuras de su pasión?

ANTONIA: Dios no quiera…

ANGELICA: ¿Y no te parece a ti, como a mí, que es amor a primera vista, algo… dispuesto por el destino?

ANTONIA: Si

ANGELICA: Y el hecho de tomar mi defensa sin conocerme, ¿no es digno de un caballero?

ANTONIA: Si

ANGELICA: De un hombre generoso…

ANTONIA: Estoy de acuerdo.

ANGELICA: No. ¿Quién te lo ha dicho?

(Argán ha estado escuchando la conversación e interviene)

ARGAN: el doctor Purgón.

ANGELICA: ¿Lo conoce el doctor Purgón?

ARGAN: Como no lo va a conocer si es su sobrino.

ANGELICA: ¿Cleonte sobrino del doctor Purgón?

ARGAN: ¿Quién es Cleonte? Hablamos del joven que ha pedido tu mano.

ANGELICA: ¡Claro! (sorprendida)

ARGAN: Que es el sobrino del doctor Purgón e hijo de la señora Diafouris, médico también. Ese joven se llama Tomás, Tomás Diafouris, y no Cleonte. Con él es con quien hemos acordado la boda; mañana mismo vendrá la madre a hacer la presentación… pero ¿por qué lloras?

ANGELICA: Porque hablas de una persona diferente a la que yo me refería…

ANTONIA:  Pero señor…  ¿Cómo se le ocurrió tan estúpido plan?  Con toda la plata que tiene; ¿venir a casar a su hija con un médico? Por favor…

ARGAN: ¿Y quién te llamó a ti? Imprudente.

ANTONIA: Señor, si quiere, le puedo dar un consejo como amiga.

ARGAN: ¿Cuál consejo?

ANTONIA: Ni sueñe con ese matrimonio, porque su hija no aceptará.

ARGAN: ¿Por qué?

ANTONIA: Porque no quiere saber nada, ni de la señora Diafouris, ni de su hijo Diafouris, ni de todos los Diafouris del mundo.

ARGAN: Pues lo hará, o la meteré en un convento.

ANTONIA: ¿Cómo? De ninguna manera la meterá a un convento.

ARGAN: ¿Y quién me lo va a impedir?

ANTONIA: Usted mismo.

ARGAN: ¿Yo?

ANTONIA: Por Dios, yo lo conozco, usted es bueno en el fondo.

ARGAN: Yo no soy bueno y seré malo cuando se me dé la gana.

ANTONIA: A que no… no señor.

ARGAN: Se casará con quien yo le diga…

ANTONIA: Y yo se lo prohíbo.

ARGAN: Pero ¿qué es esto? Atreverse esta criada a hablarle así a su amo.

ANTONIA:  Pues cuando un amo no piensa lo que hace, una criada está en su deber de corregirlo…

ARGAN: Sabandija te voy a castigar por insolente.

ANTONIA: No permitiré nunca ese matrimonio.

ARGAN: ¡Metiche!

ANTONIA: No quiero que ella sea la mujer del Tomas Diafouris…

ARGAN: ¡Carroña!

ANTONIA: Y ella me hará caso a mí y no a usted.

ARGAN: ¡Angélica sujétame a esa pícara!

ANGELICA: Basta papá, que te vas a poner mal.

ARGAN: ¡Si no la sujetas, te maldigo!

ANTONIA: Y si le hace caso, yo la desheredo…

ARGAN:  (Dejándose  caer  en  su cama,  rendido  de  renegar)  ¡ay  no  puedo  más!  ¡esto  me costará la vida! ¡Tengo hambreeee! Y sólo pan y agua. ¡Ay!

 

ESCENA 3 

BELISA: (llega por detrás y lo abraza) ¿Qué tienes, mi pobrecito mío? 

ARGAN: Que bueno que llegaste esposa mía, ¡ayúdame!

BELISA: ¿Qué es lo que te pasa?

ARGAN: Amada mía.

BELISA: Queridito.

ARGAN: Me han enojado

BELISA: ¿de veras, maridito?  ¿Y cuál es el motivo?

ARGAN: Esa Antonia que cada día es más insolente.

BELISA: ¡No te enfades!

ARGAN: es que me saca  de mis cabales cariño.

BELISA: ¡Ay si mi niño! Ya. Cálmate. 

ARGAN: me lleva la contraria en todo, hasta ha tenido el descaro de decirme que no estoy enfermo. (Señala a Antonia).

BELISA: que atrevida…

ARGAN: puedes creerlo

BELISA: Si, es una impertinente

ARGAN: Esa picará será la causante de mi muerte.

BELISA: ¡Oh no!

ARGAN: Por su culpa siempre tengo el saco de la bilis rebosando.

BELISA: Ah, No te enfades.

ARGAN: Deberíamos echarla.

BELISA: Pero por dios; no hay sirviente que no tenga defectos y muchas veces hay que soportar lo malo por lo bueno, hay agradecer que esta es hábil, imprudente eso sí, pero fiel como perro; ¡Antonia…!

ANTONIA: sí, señora…

BELISA: ¿Por qué enojas a mi marido?

ANTONIA: ¿yo señora? No sé qué mal entendido es este, si lo único que hago es obedecer a su marido en todo.

ARGAN: ¡Mentirosa!

ANTONIA: como se la pasa diciendo que quiere casar a su hija con el mejor médico, y no estoy de acuerdo. A sí que prefiero que la metan en un convento.

BELISA: No hay motivos para que te enfades por eso; me parece que tiene razón.

ARGAN: No le creas amor mío, solo dice mentiras y más mentiras.

BELISA: Te creo. Escucha Antonia si vuelves a enojar a mi marido te boto como perro a la calle. Más bien tráigame las almohadas para acomodar a mi esposo y tu mi niño, abrígate, ponte el gorro que se te entra el chiflón y te me resfrías.

ARGAN: Gracias amor mío, que sería de mi sin ti.

BELISA: a ver, alza tu mano derecha y ahora la izquierda y ahora reclínate para que descanses tu cabeza. (de manera agresiva)

ANTONIA: y esta para el reposo de su cabeza. (corriendo sale riendo)

ARGAN: ¿quieres matarme maldita?

BELISA: ¿Qué pasa ahora?

ARGAN: ¡Ay ay no puedo más!

BELISA: A ver, a ver ¡cálmate ya!

ARGAN: Tú eres mi único consuelo amada mía.

BELISA: ¡Pobre mi niño!

ARGAN: Para recompensar tanto amor y cariño, deseo hacer el testamento.

BELISA: ¡Ay querido mío, no hablemos de eso! Que la sola palabra testamento me hace sentir un profundo dolor.

ARGAN: Avísale al notario.

BELISA: Qué casualidad, Bonafé vino conmigo. 

ARGAN: Que entre amor mío. 

(Ingresa el notario Bonafé)

ARGAN:  Siga, señor Bonafé, tome asiento, me ha contado mi mujer de su honorabilidad y de la BUENA AMISTAD que le profesa, ¿le comentó del testamento que quiero hacer?

BELISA: ¡yo no soy capaz de hablar de eso!

NOTARIO BONAFÉ:  Ella, señor, me ha comentado sus intenciones, y los propósitos que tiene para con ella; y le debo decir sobre esto que no puede dejar nada en testamento.

ARGAN: ¿y por qué?

NOTARIO BONAFÉ: La ley de costumbre que se opone. Si usted estuviera en un país de leyes escritas, esto podría hacerse; pero en una ciudad como Toulosse y en los países galos, o por lo menos en la mayoría, esto es imposible, y la colocación quedaría anulada.  Verá, todas las regalías que hombre y mujer desposados pueden hacerse en vida es, un don mutual; y además es necesario que no hayan descendientes, ya sean los “tuyos”, los “míos” o los “nuestros”.

ARGAN: Pues me parece algo absurdo. Como es que un esposo no pueda dejar nada a su esposa que lo ama tiernamente y se desvive en atenciones. Llamemos a ver que dice mi abogado.

BELISA: Espera un minuto cariño.

ARGÁN: Qué sucede mi amada Belisa

BELISA: Yo creo que el Notario algo puede hacer para ayudarnos.

ARGÁN: ¿Tú crees?

NOTARIO BONAFÉ:  Todo se puede con un buen contacto en el mundo del derecho

BELISA: ¿Entonces?

ARGÁN: Soy todo oídos

NOTARIO BONAFÉ: Haremos ese testamento y por un módico precio acordaremos su inscripción en mi notaría. No hay problema si ustedes aceptan.

BELISA: Si, si, sí

ARGÁN: Empecemos pronto.

NOTARIO BONAFÉ:  En la ciudad, de año de nuestro señor y con autorización de su majestad con acuerdo a las normas de esta ciudad se presenta su merced Argán, para dejar por sentado su testamento en vida para sus deudos.

Reparte sus bienes de la siguiente manera

ARGÁN: el 70 por ciento de  mis riquezas y bienes para mi esposa querida Belisa, el resto de mis bienes para repartirse entre mis tres hijos y siempre y cuando mantengan en el servicio a la sirvienta Antonia.

NOTARIO BONAFÉ: Sus deseos están registrados firme aquí y su huella aquí.

BELISA: Gracias amor mío, tú tan generoso

ARGÁN: Amorcito acompaña a la puerta al señor Bonafé y le pagas lo justo.

NOTARIO BONAFÉ:  Me retiro, buenas tardes

BELISA: Lo acompaño con el mayor de los gustos.

ARGÁN: Adiós (se queda quejándose) ¡Tengo hambreeee! Y sólo pan y agua. ¡Ay!

(salen Bonafé y Belisa)

(Pasa por detrás Belisa acomodándose el vestido y el cabello)

 

ACTO III

ESCENA 4

(Ingresa Antonia y detrás Cleonte, el enamorado de Angélica)

ANTONIA: (gesticulando) Señor, su merced…

ARGAN: ¿Qué?

ANTONIA: (gesticulando) Le digo que…

ARGAN: Pero no te escucho.

ANTONIA: Le digo que hay un hombre que quiere hablar con su merced.

ARGAN: Que siga.  

CLEONTE: Señor…

ANTONIA: Shish, no grite, que le hace doler la cabeza al señor.

CLEONTE: Me alegra encontrarlo levantado, y ver que está mejor.

ANTONIA: Que mentira, como se le ocurre pensar eso, no ve lo enfermo que está, mírele esa jeta de perro flaco y ojeroso.

 CLEONTE: Pues es lo que dicen, y a juzgar por el semblante…

ANTONIA: ¿Buen semblante? Si el señor tiene es un mal aspecto, la gente si es chismosa, creo que está en sus peores días, véalo…

ARGAN: Tiene razón.

ANTONIA: Respira, come, duerme y molesta. Jum como todos, pero aun así sigue enfermo.

ARGAN: Es cierto.

CLEONTE: Perdóneme señor, yo vengo de parte del profesor de música de su hija, que tuvo que viajar unos días y como somos colegas, me pidió que siguiera con las clases, porque tal vez a ella se le olvide.

ARGAN: Ah bueno si, llámeme a Angelica.

ANTONIA: Y no es mejor que él vaya a su habitación.

ARGAN: No, dígale que venga.

ANTONIA: Él no podría darle la clase como se debe, si no están en privado.

ARGAN: Que no.

ANTONIA: Pero señor, no se van a poder concentrar; No se enoje señor, tranquilo que le va a doler su cuerpito.

 (Ingresa Angélica)

ARGAN: Ven acá hija, tu maestro se fue y mando a su amigo 

ANGELICA: (en silabas) No puede ser…

ARGAN: ¿Y ahora qué pasó?

ANGELICA: Es que…

ARGAN: ¿Qué?

ANGELICA: Una extraña coincidencia.

ARGAN: ¿Cuál?

ANGELICA:  Es que anoche soñé que me perseguían; Cuando de repente  apareció  un  caballero idéntico a este señor, yo le pedí que me ayudara y me liberó del peligro. Entonces, imagínate que sorpresa encontrármelo en persona.

CLEONTE: Pero que ocurrencias las suyas bella dama, pero yo sería aún más feliz si al encontrarla en verdadero peligro aceptaras mi ayuda; No habría peligro al que no me enfrentara. 

ARGÁN: Veo que es un hombre de respeto pueden ir a su habitación para la clase de música y así concentrarse correctamente.

ANGÉLICA: Acompáñeme señor.

ANTONIA: Pasen y buen curso jóvenes que nadie los molestará.

(salen Angélica y Cleonte)

 

ESCENA 5. 

(va ingresando Belisa)

BELISA: Mi niño, vengo antes de salir a contarte de una cosa, acabo de pasar por la habitación de Angélica y la vi con un hombre, que ha huido al verme.

ARGAN: ¿Mi hija con un hombre?

BELISA: si, Luisa estaba con ellos, y te lo puede contar todo.

ARGAN: Llámame a Luisa… ¡la muy sinvergüenza! Ahora entiendo sus altanerías. 

(ingresa Luisa y se va Belisa)

LUISA: ¿señor papá?

ARGAN: ven acá, a ver levanta la cara y mírame a los ojos.

LUISA: ¿qué papá?

ARGAN: ¿no tienes nada que contarme?

LUISA: si papá, la fábula del cuervo y la zorra que ya me la aprendí.

ARGAN: no, no es eso lo que quiero que me digas.

LUISA: ¿entonces qué?

ARGAN: Luisa ya sabes a lo que me refiero.

LUISA: no se papá.

ARGAN: ¿no te dije que vinieras inmediatamente a contarme lo que vieras?

LUISA:  si papá.

ARGAN: ¿y lo has hecho?

LUISA: si papá, yo te he contado todo.

ARGAN: y hoy… ¿no has visto nada?

LUISA: no papá.

ARGAN: ¿segura?

LUISA:  si papá.

ARGAN: bueno, pues yo te voy a hacer recordar, a ver si sí tienes que contarme.

LUISA: ¡papá, papá!

ARGAN: ¡mentirosa! ¿no quieres decirme que has visto a un hombre en la alcoba de tu hermana? ¿acaso yo te enseñe a mentir?

 LUISA: perdóname, papá, perdóname; mi hermana me rogo que no te dijera nada, pero yo te lo voy a contar.

ARGAN: primero te aguantas por haberme mentido.

LUISA: perdóname, papá, no me pegues más… ¡Ay!, ¡Ay!, me muero. (cae haciéndose la muerta).

ARGAN: ¿Luisa?... ¡Luisa! ¡Dios mío! ¡Luisa hijita mía! La acabo de matar soy un miserable, hija mía (llorando).

LUISA: no llores papito que no estoy muerta…

 ARGAN: me asustaste, te perdono por esta vez, pero cuéntame todo lo que has visto.

LUISA: si, papá.

ARGAN: mucho ojo, porque si me vuelves a mentir, este meñique me lo dirá.

LUISA: pero no le vayas a decir a mi hermana que yo te conté.

ARGAN: no.

LUISA: yo estaba en el cuarto de mi hermana y llego un hombre…

(Argán escucha con atención, suena música de fondo, Luisa se va y Argán se ve enojado, ingresa a escena Purgón)

PURGON: Buenas señor Argán, acabo de enterarme en la puerta de las nuevas noticias que aquí se burlan de mis remedios y que les importa poco o nada lo que ordené.

ARGAN: mi doctor es que… ¡Tengo hambreeee! Y sólo pan y agua. ¡Ay!

PURGON: ¡Ave María Purísima! cuando se ha visto que el enfermo se ponga en contra de su médico.

ANTONIA: ¡blasfemia!

PURGON: un remedio que yo mismo he tenido el placer de preparar.

ARGAN: pero no fui yo…

PURGON: inventado y compuesto con todas las de la ley caray…

ANTONIA: ¡Blasfemo!

PURGON: y que debía tener un efecto milagroso en las entrañas.

ARGAN: ¡Tengo hambreeee! Y sólo pan y agua. ¡Ay!…

PURGON: rechazarlo con desprecio marrano…

ARGAN: fue ella, fue Antonia, la sirvienta chismosa…

PURGON: un insulto enorme contra la medicina. No, no lo soporto más.

(se retira Purgón indignado)

ANTONIA: Adiós doctor. Mi señor Argan me he enterado que ha llegado a la ciudad un nuevo médico.

ARGAN: cuál médico

ANTONIA: Un nuevo médico que enterado de su mal se ha interesado en verlo y darle su opinión.

ARGAN: si, pero ¿quién es?

ANTONIA: En un instante le diré que pase. (se retira con una sonrisa cómplice)

ARGAN: que entre.

ANTONIA: Viene enseguida y yo iré a la cocina a preparar algo.

(Antonia se coloca un mandil blanco y se coloca un sombrero y unos anteojuelos.

ANTONIA médico: (Fingiendo la voz) Buenas tardes caballero, en nombre de la ciencia me hago presente para revisar su mal.

ARGAN: estoy muy agradecido con su presencia…(piensa) juraría que es Antonia en persona.

ANTONIA médico: Abra la boca, saque la lengua, no respire y diga 33 (coloca un cono en sus pulmones.

ARGÁN: 66

ANTONIA médico: Uy su mal es delicado, pero tengo la cura precisa.

ARGAN: estoy ciego, o la vista me engaña, se parece a Antonia (piensa) Y cuál es la cura

ANTONIA médico: A partir de ahora en el desayuno huevo con tocino, jamón y leche con café.

ARGÁN: Siiiii perfecto, ya quiero, gracias doctor

ANTONIA médico: a medio día un ten te en pie, unos sanguchitos y alguna fruta

ARGÁN: Síiiii

ANTONIA médico: Para el almuerzo lechón y cordero con frijoles y especias, acompañados de un buen vino como bajativo.

ARGÁN: usted es lo máximo doctor recién lo conozco y ya le estoy agradecido

ANTONIA médico: Para la cena el doble de lo que hubo en el almuerzo

ARGÁN: Gracias, gracias doctor, es usted un ángel.

ANTONIA: Es que usted no está enfermo amo

ARGÁN: Antonia ¿Cómo te has atrevido bribona?

ANTONIA: es por su bien

ARGÁN: pamplinas

ANTONIA: ya verá, sólo le pido que se recueste y se haga el dormido y yo diré que ha muerto, nada tiene que perder.

ARGÁN: Nooo

ANTONIA: Después de esto podrá comer todo lo que quiera

ARGÁN: por la comida todo, está bien lo haré.

ANTONIA: (Empieza a gritar) ¡Auxilio! señora Belisa, niñas Angélica y Luisa ha ocurrido una desgracia, corran pronto.

(ingresa Belisa)

BELISA: ¿Qué ha ocurrido?

ANTONIA: Mi señor, su esposito ha dejado este mundo (guiña el ojo al público)

BELISA: (Grita de alegría) Ayyyyy, al fin

ANTONIA: Señora está bien, quiere un tilo

BELISA: Quiero champaña, quiero fiestas y viajes

ANTONIA: Señora, pero se ha muerto

BELISA: Y yo soy libre y rica. Aunque rica siempre he sido

ANTONIA: Señora que dice

BELISA: Encárgate de los preparativos para el sepelio: Me voy a planear mi futuro viaje al mundo y disfrutar de la riqueza de este viejo horrible y apestoso. Puaj

ANTONIA: Señora

BELISA: (sale de escena) Encárgate tú.

(Argán abre los ojos y pone cara de enojo, Antonia lo vuelve a dormir, ingresan sus hijas y se ponen a llorar)

ANTONIA: Calma mis niñas

ANGÉLICA: Papito, no debí contradecirte y debí casarme con tu amigo

LUISA: papito jamás esconderé secretos, pero no nos dejes

ANTONIA: Calma mis niñas

ANGÉLICA: Papá vuelve por favor aún somos tus niñas

LUISA: Siii somos unas niñas papito vuelve

(Argán abre los ojos y las abraza conmovido)

ANGÉLICA: papito estás vivo

LUISA: Papá

ANTONIA: Si. Mis niñas, está vivo (haciendo gesto de desesperanza)

ANGÉLICA: Por qué nos has asustado papito

ARGÁN: Mis hijas, mis queridas hijass. Ustedes si me aman y yo las he tratado mal, pero eso no seguirá así. Angélica respetaré tu decisión de desosarte con el hombre que amas. Así que búscalo y quiero conocerlo.

ANTONIA: Gracias papito voy a buscarlo en este momento, acompáñame, Luisa. (salen de escena corriendo)

 

ESCENA FINAL

(Ingresa a escena Belisa con una copa en la mano en son de celebración)

BELISA: ha llegado el momento de celebrar, al fin soy libre y puedo disfrutar de viajes y nuevos amigos. La vida lejos de este infierno y de este viejo, no ahora serán jóvenes y fuertes…

ARGÁN: (se ha ido levantando y acercando a Belisa desde atrás) Mujer sin sentimientos, mujer mala, mujer que no gozarás de mi fortuna.

ANTONIA: (Escondida) Esto se pone bueno

BELISA: Pe pe pero Mi amor, que alegría estás vivo, Milagro, milagro estás vivo cariño.

ARGÁN: Y esa copa de champaña

BELISA: esta copa, estaba de pena porque pensamos que habías muerto

ARGÁN: Cínica, eres una cínica, pero esto se acabó

BELISA: Qué dices mi amor, no se acaba nada

ARGÁN: Ahora mismo te vas de mi casa y de mi vida (la va sacando a empujones)

ANTONIA: ¡Bravo!

BELISA: (Gritando) Si eres un viejo y jamás me gustaste, pero ya verás te voy a quitar todo.

ANTONIA: Nada. Yo ya me encargué de quitarle a Bonafé el testamento cambiado y se llevó una hoja en blanco. (saca el documento y lo rompe)

ARGÁN: Buen trabajo mi fiel Antonia

ANTONIA: Para servirle mi señor

(ingresa Angélica y Luisa abrazan a su papá)

ANGÉLICA: Papito

LUISA: Papito

ARGÁN: Ahora somos una familia feliz

CLEONTE: (Se suma al abrazo) papito yo también soy familia.

ARGÁN: Si tú también

ARGÁN: (Mira a Antonia y viendo su carita de pena le dice) que esperas tú también eres familia.

ANTONIA: (cambia su cara a felicidad y también se suma al abrazo) Mi familia.

ARGÁN: Si. Somos una familia feliz.

 

FINAL

(Se cierra el telón)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres comentar?